Es difícil y además vergonzoso admitir que una o más de nuestras relaciones personales son negativas, agresivas, violentas o dolorosas; sin embargo, si no aprendemos a reconocer nuestros errores, nunca podremos corregirlos.
La vida es sagrada y vivirla en estado de dolor, sufrimiento o injusticia termina por producir sus malos efectos que se manifiestan en nuestra salud; por lo tanto, corresponde tomar la decisión de hacer algo al respecto para reconocer los errores que estamos cometiendo, las violaciones que estamos haciendo a las silenciosas pero inevitables leyes de la vida y los dolores que estamos causando a los demás.
Los errores que no reconocemos nos hacen ir hacia las metas equivocadas; las violaciones a las leyes de la vida se convierten en dolencias y problemas de salud pues con acciones y emociones negativas no se pueden obtener resultados satisfactorios y positivos y respecto al dolor que causamos a la pareja o a los hijos, se convierte en nuestro propio dolor pues todos somos parte de todos y lo que hacemos a los demás, inevitablemente, termina por afectarnos a nosotros mismos y a los que más amamos, por esta razón, podemos tomar la decisión de pedirle a nuestra mente subconsciente que nos haga ver con claridad cada uno de nuestros errores y de nuestras actitudes erróneas para poder traer paz y armonía a nuestra mente y a nuestro hogar.
En base a las relaciones negativas y aparentadoras sólo se va creando hijos tiranos y mentirosos que no sienten amor por sus padres; hijos que tienden a buscar cualquier vicio y esclavizarse con él y luego, como ya sabemos, culpan de ello a sus progenitores sin darse cuenta de que las personas irresponsables y negativas viven culpando a los demás sin darse cuenta de que el acto de culpar es creativo y termina por retornar a los culpadores produciéndoles toda clase de adversidades que llegan a manifestarse en la hora y en el tiempo preciso y es por esta razón, que se debe tomar la decisión que no volver a culpar a nadie por ningún motivo y se debe aprender el arte de asumir dignamente la responsabilidad de nuestros propios errores.
Todo error se puede corregir cuando es reconocido y admitido y de esta manera, la tarea de poner orden en nuestras relaciones y de volverlas positivas, sinceras y constructivas, puede volverse una tarea agradable y placentera.
Muchos hijos se vuelven enemigos de sus padres porque creen en los enemigos y como nuestra mente es creativa, crea o inventa los enemigos y de esta manera, los jóvenes se distraen y se desvían de sus objetivos naturales tratando de hacer todo lo opuesto de lo que sus padres aspiran o quisieran que hagan y se dedican a perder el tiempo y las oportunidades sin darse cuenta de que los papás son temporales como todo en este mundo.
Cambiar de actitud y concentrarse solo en lo que se tiene que hacer es fácil si se deja de pensar en los enemigos, los papás o los demás, que para el caso, todo el mal que hicieron fue traer con mucho amor un hijo al mundo con sus mejores deseos y con sus más lindas ilusiones.
Toda relación en el hogar puede volverse positiva y armoniosa cuando se deja de creer y crear enemigos y se toma la decisión de hacer lo que se tiene que hacer, dedicarse a los estudios y a aportar al hogar con nuestro trabajo y con nuestra buena voluntad.
Atención: “Los programas de cambio y mejoramiento del carácter de 30 días pueden modificar muchos hábitos negativos y autodestructivos y crear hábitos de autogobierno personal persistentes”.
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