Para Lorena Jiménez (España) y Óscar Balderrama (Bolivia), el Facebook es mucho más que una moderna forma de comunicación. Es el instrumento que los llevó a conocerse, enamorarse y', finalmente, los llevó hasta el altar.
Se contactaron en marzo de 2005 a través de esta red social; empezaron a chatear continuamente sobre sus gustos, familias y amigos, y luego a mandarse mensajes y fotos. A los pocos meses -cuentan- para ellos era imprescindible conectarse aunque sea una hora por día. Fue cuando empezó a surgir el amor.
La distancia no impidió que su relación se consolidara. “Le pedí que fuera mi novia, en agosto de 2005, ella aceptó y estuvimos enamorando por Facebook casi un año, mientras yo fui preparándome de a poco para ir a España; saqué mis papeles, la visa' hice todo para conocerla en persona”, comenta Óscar.
Por fin el 19 de mayo de 2006 él viajó 9.139 kilómetros al encuentro de Lorena. El sitio obligado para la primera cita fue el aeropuerto internacional de Barajas, en Madrid, donde ella lo esperó junto a una amiga.
Según recuerda Lorena, “estaba muy nerviosa y muchas preguntas venían a mi mente. ¿Le gustará el vestido que me puse para recibirlo?, ¿qué haré cuando lo vea llegar?”. No podía contener tanta emoción, mientras su amiga intentaba calmarla. Hasta que arribó el vuelo procedente de Bolivia.
“Cuando vi a mi ‘cibernovio’ en persona fue muy distinto, estaba en vivo y en directo, no detrás de la pantalla de mi computadora. Ambos nos miramos extrañados, como si quisiéramos reconocernos, él se acercó a mí, me abrazó y ahí nos dimos nuestro primer beso, fue amor a primera vista”, asegura.
La feliz pareja contó a Página Siete que salieron durante unos meses para conocerse y aprovechar al máximo la estadía de Óscar en España, pues debía volver pronto al país.
Él le hablaba de las costumbres, la comida y la música boliviana, mientras Lorena le escuchaba atentamente y en silencio. Juntos caminaban de la mano por las calles de Madrid, sentían como si se hubiesen conocido desde siempre y, en tres meses de compartir, se dieron cuenta de que no podían separarse más.
Aunque las familias de ambos no estaban muy seguras de la relación y les aconsejaron esperar un tiempo más, el amor y las ganas de vivir juntos pudieron más y se casaron el 14 de octubre de 2006.
“Nuestro amor creció y nos casamos entre amigos y familiares de Lorena (mi familia no pudo viajar). Vivimos actualmente en Zaragoza (España), estamos por festejar nuestro sexto aniversario. Fuimos tres veces a Bolivia y a ella le gustó tanto mi país que estamos pensando ir a radicar allá desde el siguiente año”, cuenta Óscar.
Gracias al Tagged
Kruscaya Jordán conoció a su actual esposo, Rafael Rodríguez, a través de la red de contactos Tagged, a finales de noviembre de 2008. Conversaban todos los días y después de un par de meses decidieron que su relación estaba lista para avanzar al siguiente nivel: vivir juntos, aunque no sin antes casarse, un requisito imprescindible para que ella se pudiera ir a España legalmente.
Él llegó a Bolivia en marzo de 2009. “Fue la primera vez que nos vimos en persona, desde luego teníamos que comprobar que la química que habíamos tenido a través de Tagged era la misma viéndonos cara a cara. Los dos quedamos más enamorados aun y decidimos seguir adelante con los planes”, recuerda Kruscaya.
La pareja se casó el 26 de marzo de 2009 en un acto pequeño con la presencia de la familia más cercana de Jordán.
Aunque hicieron todo lo posible por no separarse más, la documentación de la joven boliviana no salió a tiempo y él tuvo que retornar solo a España
“Me quedé muy decepcionada, pero no había otra, y empecé a tramitar los papeles para legalizar el matrimonio en la embajada”, comenta ella.
Mientras tanto, Rafael no dejó de llamarla todos los días para saber de ella y apoyarla. Por teléfono y por la web, la única esperanza que paliaba la nostalgia era saber que se acercaba el día en que estarían juntos.
Cuando la delegación diplomática fijó una entrevista para mayo de ese año, Kruscaya creyó haber superado al fin el último obstáculo; pero pronto hubo otra dificultad, y fue que los funcionarios son cada vez más reticentes a validar este tipo de uniones debido a que muchas personas se casan sólo para obtener la visa de radicatoria.
“Tuve que regresar a Bolivia para la entrevista y esperar. Gracias a Dios que los personeros de mi embajada nos dieron el visto bueno, a mediados de junio”, dice Rafael.
Ella agilizó los asuntos pendientes; renunció a su trabajo y dejó a sus padres y amigos para empezar una nueva vida al lado del hombre que ama.
“Las relaciones a distancia no son fáciles de llevar, debes ser muy paciente y estar absolutamente seguro de lo que quieres hacer”, aseguró Kruscaya que desde hace tras años vive en Granada, felizmente casada con Rafael.
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