Los niños plantean preguntas sobre la sexualidad desde muy pequeños: “¿Cómo me hiciste papá y tú?”, “¿Cómo entré en tu barriga?”, o “¿Por qué mi hermanita no tiene pene?”. Y es que las preguntas más comprometidas de los pequeños ponen en aprieto a los papás. Nuestra pregunta es, ¿qué hacemos? Y más importante, ¿qué decimos? Y es que cuando tu pequeño hace esas preguntas que te hacen sonrojar, te quedas callada, dices alguna cursilería, evades el tema o mientes. Y los niños perciben esta actitud, asumiendo poco a poco que no deben preguntarte nada relacionado al sexo.
Esto nos da alivio, pues ya no hay más preguntas incómodas. Sin embargo, la desinformación disminuye las oportunidades de establecer la confianza en este tema, que es tan necesaria en la formación sexual. Y es que la manera como los padres manejan el tema de la educación sexual, es determinante en la actitud que tendrán los pequeños frente a su propia sexualidad en el futuro. Recuerda que los padres somos las personas más indicadas para informar a nuestros hijos de todo lo relacionado con la sexualidad, pues somos nosotros los que explicamos cómo funciona el mundo y cuál es el sentido de la vida.
Naturaleza inocente
La curiosidad sobre las diferencias sexuales se plantea antes de los tres años. A los cuatro es habitual que aparezcan interrogantes acerca de cómo se nace. El niño, por su naturaleza, tiene el instinto de investigar y comprender el mundo, así como de entender su cuerpo y saber sobre su origen. Si se le quita la información sobre la sexualidad, esta quedará connotada como aquello de lo que no se puede hablar. Se relacionará con lo prohibido, con lo que “está mal”.
Medios masivos
A sus seis años Carlita está mirando la TV y ahí está, lo que siempre temiste: una pareja desplegando posturas eróticas. Tú, como mamá, te pones nerviosa y te preguntas cómo actuar si tu hija te pregunta sobre ello. En efecto, Carlita apunta con un dedo a la pantalla y pregunta: ¿Qué están haciendo?”. Tú, naturalmente, cambias de tema. Luego recapacitas y le das la mejor respuesta posible. Claro que conviene controlar lo que los niños ven en los medios de comunicación, pero cuando preguntan siempre hay que dar una respuesta clara, sencilla y, sobre todo, verdadera. Si pillan algo en la tele, lo mejor es aclararle las cosas, así cuando Carlita sea adolescente, podrá hablar con su mamá de temas como las inquietudes propias de esa edad, la transformación del cuerpo y los primeros amores y relaciones sexuales. El objetivo de la educación, en lo que se refiere al sexo, es proporcionar al adolescente una base sólida para que adquiera responsabilidad sobre su actos.
Los miedos más comunes
La famosa sexóloga Alessandra Rampolla habla de los miedos y mitos de la educación sexual en su nuevo libro, “Sexo, ¿¡Y ahora qué digo?!”.
Miedo a lo desconocido. El tema de la sexualidad no es fácil de abordar cuando lo hacen con sus hijos. Si es así, no dudes en decirle: “No estoy acostumbrada a hablar de sexo, porque la abuela no me habló de esto, pero creo que es importante que lo hagamos”.
Miedo que otorgue permiso para el sexo. Es un concepto erróneo pensar que hablar sobre sexo quiere decir que exhorta a la actividad sexual a temprana edad. Muchos padres temen que al discutir abierta y honestamente temas de sexualidad, sus hijos interpretarán que se les está dando rienda libre para hacer lo que quieran. ¡No es cierto! Estudios demostraron que los niños que reciben información sexual por parte de sus padres suelen retrasar el comienzo de la actividad sexual en comparación con aquellos cuyos padres nunca se ocuparon de ofrecerles tal educación. Más importante aún, resulta que los niños que cuentan con buena información son más propensos a usar métodos anticonceptivos, a protegerse de enfermedades de transmisión sexual y a evitar comportamientos de riesgo. Si no hablas con tus hijos sobre sexo, alguien más lo hará, y el mensaje que esa persona les dé puede ser incorrecto, confuso e inconsistente con los valores familiares que tratas de inculcar a tus hijos. El silencio sólo transmite el mensaje de que no se puede hablar de sexo contigo… ni de sexo, ni de otro tema íntimo. Y eso es realmente un problema.
Se fiel a la verdad y a tus valores. Explícale a tu hijo que hay personas que piensan diferente, que no están de acuerdo, y que ellos deben respetar otras posturas, pero nunca dejen de presentar y priorizar sus propios principios. /
MITOS
1 No se le debe hablar sobre sexo al niño hasta que pregunte. Desafortunadamente, no todos los niños preguntan… lo que no quiere decir que no quieran saber. Por otra parte, para algunos el silencio de los padres se convierte en un profundo mensaje de que el tema está prohibido o es tabú. Otra posibilidad es que el niño ya haya escuchado información de parte de otra persona… y esa información puede ser correcta o no. Hay que estar pendiente para poder corregirlo a tiempo.
2 Los niños no deben saber sobre sexo, deben permanecer inocentes. Esta manera de pensar denota un reflejo de la niñez del adulto, donde seguramente la información sexual era considerada sucia, secreta o tema exclusivo para adultos. La verdad es que toda persona es un ser sexual desde su nacimiento hasta su muerte. Y los mensajes sexuales que se reciben a temprana edad pueden afectar la manera en que un niño se sienta con su cuerpo así como su sexualidad en la adultez. El conocimiento sexual no pasa por una mera acumulación de datos, sino que brinda herramientas emocionales y afectivas, un conocimiento que les permite a los niños proteger su salud física y emocional y también protegerse contra terceras personas que quisieran manipularlos. Un niño que se siente cómodo al hablar con sus padres sobre sexo es mucho más propenso a comunicarse con ellos en caso de que exista algún comportamiento malicioso o abusivo de parte de otro adulto.
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