Cuando son pequeños "las malas palabras" llegan a ser graciosas, pero ya no en la pubertad. Los expertos atribuyen este comportamiento a la falta de límites, a los cambios de la edad, al entorno familiar agresivo o también a tener padres complacientes.
Causas. La sicopedagoga Claudia Cabrera indica que si esta agresividad proviene del hogar es generada por la agresión física o la verbal con una influencia más limitada de la ira y de la hostilidad. "A esta edad, más que comportamientos agresivos se manifiestan con palabras ”, dice y atribuye como parte del proceso al factor de crecimiento. “No nos olvidemos que ellos pasan por diferentes cambios a esta edad, lo que puede desembocar en estas actitudes”, especifica.
Para el pedagogo Vicente Carrido hay algunos menores que nacen con una predisposición genética a comportarse de una manera agresiva con quienes representan la autoridad, pero otros simplemente adoptan esta postura debido al exceso de libertad que han tenido desde niños y que los ha llevado a querer revertir la jerarquía familiar y tomar el control de la casa utilizando la violencia.
Acciones. De acuerdo a Cabrera, cuando estas situaciones se presenten, como acciones inmediatas se debe poner límites a los chicos y dejar en claro quién es la autoridad.
"Puede mandarlos a su cuarto o hablar específicamente de este tema", sugiere la profesional. Asimismo, recomienda a los padres tener una relación estrecha con ellos pasando más tiempo de juegos y charla "esta es la clave para que tengan un buen comportamiento", dice.
Otros factores. Una investigación realizada por la Universidad Complutense de Madrid asegura que la agresividad puede aumentar con el tiempo de exposición a la televisión y en mayor medida con las horas dedicadas a videojuegos, mientras que se reduce con el tiempo dedicado a deberes escolares y en especial a lectura extraescolar.
El estudio explica que si dedican parte de su tiempo a hacer deberes escolares o a la lectura, no sólo pueden estar evitando las "situaciones" que promueven la agresión, sino que también, además de las habilidades cognitivas, están estimulando comportamientos que requieren esfuerzo y perseverancia y son incompatibles con el desarrollo de rasgos que caracterizan la personalidad agresiva.
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