“En un momento de mi vida, sentí la necesidad de tener un hijo y realizarme como madre, pues tenía profesión, trabajo estable y me sentía psicológicamente preparada, además de considerarme una persona madura como para hacerme cargo del niño que ansiaba”, cuenta Sandra (nombre ficticio).
“Me embaracé conscientemente, de alguien con quien salí un par de semanas y aunque lo conocía de antes, preferí dejarlo y no decirle nada porque no estaba en condiciones de mantener una relación amorosa y dejar que alguien entre en mi vida tan íntimamente, aunque esto significara ser madre soltera”, recuerda Sandra, cuya niña tiene hoy siete años.
La socióloga Elisa Saldías, especializada en género y desarrollo, advierte que en el último tiempo cada vez más mujeres han dado muestras de su capacidad para sostenerse y hacerse responsables, en términos económicos, políticos y profesionales, igual o mejor que los varones. Esto las ha llenado de seguridad para concretar el sueño de la maternidad sin la necesidad de tener al lado una figura masculina.
La profesional considera necesario hacer referencia a dos tipos de madres solteras. Primero está la típica adolescente que resulta embarazada por tener relaciones sexuales fortuitas. Esta joven se deja llevar por la curiosidad, por el deseo o por la rebeldía ante la oposición de sus padres de no dejarla iniciar relaciones amorosas. “Es un problema porque no ha logrado aún un desarrollo psicosocial ni emocional para ser madre y porque todavía es una persona dependiente en términos económicos y afectivos”, dice.
El otro tipo de mamá soltera es la que decide serlo por voluntad propia y es de la que hablábamos al principio, al referirnos a su independencia económica y social y a su madurez emocional. Ésta resuelve tener hijos en el momento en que quiere sin necesidad de tener una pareja permanente.
“Ser madre soltera dejó de ser un estigma que impide desarrollar actividades en el ámbito público y privado”, indica la psicóloga Mónica Soliz. La especialista agrega que si bien la madre actual —responsable y madura— tiene el derecho de tener un hijo sin necesidad de casarse, debe respetar el derecho que tiene el niño de saber quién es su padre y si ambos lo desean, mantener una relación de padre e hijo.
“Estas mujeres que hoy estudian, trabajan y son exitosas poseen autonomía sobre su cuerpo y su vida como tal. Son ellas las que deciden con quién, cuándo y por qué tener un hijo”, complementa Saldías.
Por lo tanto —anticipa— la pareja que ella elija para padre de su bebé tendrá que ser muy inteligente porque le tocará negociar con esa mujer que tiene claros sus derechos y deseos. La que determina ser mamá por cuenta propia de seguro que tiene un proyecto de vida y la capacidad emocional necesaria para asumir esta responsabilidad.
Muchas deciden no casarse conscientes de que no podrán llevar una vida en pareja ya sea por el prestigio cosechado, su éxito profesional o en los negocios y/o el tiempo que le dedican a su formación.
Los varones que están formados bajo una visión patriarcal y piensan que son los jefes de hogar, los que mantienen, deciden y pretenden que la mujer sea sumisa, abnegada y obediente no podrán negociar con la mujer hasta asumir un papel más democrático para ambos.
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