Conflictiva, dependiente, adictiva, de amor y de odio… estos adjetivos no solo describen nuestras relaciones de pareja, pero la relación que las mujeres tenemos con la comida. Muchas recurren a ella en momentos de estrés o luego de una pelea con la pareja; muchas otras le ponen adjetivos de todo tipo a distintos alimentos y otras mujeres tienen miedo (literalmente) a la comida.
No lo neguemos, la comida es un tema de charla entre mujeres (ya sean las dietas o nuestro peso) y algo que está en nuestra mente (y nuestros sentimientos) día a día. Incluso, puede llegar a ser una relación tormentosa que te cambia la vida… para siempre. Nuestra relación con la comida es más importante de lo que pensamos.
Y es que los trastornos alimenticios no sólo se reducen a la anorexia y bulimia, son un mundo cada vez más amplio y más común que gira en torno a distintas relaciones que tenemos con la comida. Hoy hablamos de la obsesión por comer solo alimentos catalogados como “sanos” o “puros” (ortorexia) o la “dieta del dolor”, el empleo de métodos de adelgazamiento masoquistas.
Incluso hay un trastorno que puede parecer normal para muchas mujeres y se llama permarexia, cuando piensas que todo lo que comes engorda y eso te lleva a probar diferentes regímenes, muchos de ellos poco saludables, como las “dietas milagro”.
También está el síndrome del comedor nocturno, la pregorexia (mujeres embarazadas a quienes les horroriza engordar) y la anorexia deportiva. En un mundo actual, en el que la cada vez existe mayor interés por hacer ejercicio y comer “healthy”, lo que es sano y recomendable, también hay más mujeres obsesionadas con su cuerpo y con mantenerse esbeltas y lucir más jóvenes.
Mujeres que son perfeccionistas, son víctimas del estrés y más susceptibles a sufrir trastornos alimenticios, especialmente si están genética y biológicamente predispuestas a trastornos adictivos y obsesivos. Mantente activa, alimentante sanamente, pero no caigas en extremos y cuida tu relación con la comida y contigo misma (como lo haces con tus otras relaciones).
Deja de catalogar ciertos alimentos como “malos”; date gustitos e incluye un pedacito pizza y chocolate a tu menú, eso es parte de una dieta saludable. Necesitamos cambiar: en lugar de basarnos en reglas alimenticias debemos aprender a confiar y escuchar a nuestro cuerpo y no comer por soledad, aburrimiento, estrés o por llenar un vacío emocional…
En nuestra exclusiva descubre más sobre los trastornos alimenticios del siglo XXI.
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