Al hablar de castigo nos referimos a una acción que tiene la finalidad de reducir una determinada conducta, asegura la psicóloga Bitia Vargas. “Por eso es importante mantener firme la posición sin retractarse y con una expresión seria. Debe hacerse explicándole qué fue lo que hizo mal y cómo debió hacerlo, así el niño sabrá que la corrección va en serio”, aconseja.
Los padres deben estar conscientes sobre cuándo y cómo aplicar una sanción, para que ésta resulte beneficiosa y no termine confundiendo al niño sobre cuáles son las conductas buenas y cuáles son las malas. “Un castigo es beneficioso cuando logramos que se disminuya o extinga una determinada conducta. No es beneficioso cuando ocurre lo contrario y, sin embargo, seguimos aplicándolo”, dice Vargas.
Para imponer una penitencia es necesaria una primera advertencia. Si la mala actitud continúa pese a esto, hay que practicar una sanción inmediatamente. “Las amenazas constantes sólo fortalecen una mala conducta. Los niños provocan e intentan ver hasta dónde pueden llegar”, comenta.
Si el correctivo se queda en sólo amenazas, el niño repetirá una y otra vez la mala conducta porque ha percibido la debilidad de los padres. Otro error será aplicarlo con demora, porque es muy probable que el niño no entienda el porqué de la sanción, por lo tanto, no tendrá la oportunidad de asociar la mala conducta con el castigo, y tenderá a repetir la acción que deseas eliminar.
Sanción violenta
El castigo físico nunca es beneficioso porque, además de generar agresividad y ansiedad en el niño, implica un modelo de conducta agresiva y los pequeños tenderán a repetirla. Ellos pensarán que es una conducta aceptable, puesto que los padres la practican. Además, la agresión mella su autoestima.
Otro tipo de penitencia no beneficiosa ni aconsejable es el encierro en un cuarto oscuro. “A la larga genera fobias y ansiedad en el niño. Puede que aprenda a no volver a hacer algo malo, pero será a causa del miedo y esa no es la idea”, aclaraVargas. Por eso debes pensar bien antes de decidir dar algún castigo.
Refuerzo
Cuando impongas un castigo a tu hijo, asegúrate de que quede muy en claro que fue por una mala actitud. Para que el pequeño diferencie mejor lo malo de lo bueno, refuerza una actitud positiva elogiando o premiando su buena conducta.
Reflexión
Aplica “el minuto de reflexión” cuando el niño esté haciendo un berrinche. El castigo solo no educa sobre la buena forma de proceder, por eso es recomendable enseñar los límites desde el primer año y fijar normas desde los dos años, dependiendo del grado de comprensión que tenga tu pequeño.
Propositivo
Es aconsejable utilizar los castigos propositivos siempre acompañados con un refuerzo positivo al final. Por ejemplo: “Mordiste al niño, ahora te va a tocar ordenar tus juguetes”. Al final, esto es bueno porque tu habitación estará en orden. Así ganarás como educador.
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