Si recordamos la película de Tom Hanks, "El náufrago", en la que él hablaba con una pelota, nos da un ejemplo interesante de la importancia que tiene para el ser humano hablar, expresar sus sentimientos y pensamientos, ordenar sus ideas. Sin embargo, si a alguien lo pillan hablando solo, lo más normal es que se invente una excusa. Por ejemplo, "estaba pensando en voz alta". Es raro que alguna persona reconozca que mantiene encendidos diálogos con el espejo del baño o que consigue resolver importantes cuestiones después de explicarse a sí mismo en voz alta una y otra vez el asunto en cuestión.
En los niños. Según Ximena Soto Ríos, sicóloga clínica de niños y adolescentes, "Neurocenter", en el caso de los pequeños, el hablar en voz alta, se le llama "soliloquio" o más apropiadamente "habla privada", cuya situación es normal en infantes y prescolares. "A partir de los 6 años empieza a bajar en intensidad y queda bajo control cortical y social", aclaró. Explicó qué es lo que prepara al niño para el intercambio social con su grupo de pares, y adultos.
Autorganización. En adolescentes y adultos, el hablar solo tiene la función de autorganización que es una función cortical de gran valor y que ayuda al ser humano a poner en orden sus ideas, priorizarlas, elaborar un plan para llevarlas a cabo y servir de sistema de verificación y control, indicó Soto.
La otra cara. Por otra parte nos preguntamos ¿cuándo empieza a ser un problema?. Martha Heredia, sicóloga clínica educativa, especialista en terapia familiar y sistémica, del Centro de Consultores en Salud Mental (COSAM), opina que habría que analizarlo dentro de un contexto. Por ejemplo, la persona que no superó la separación de su pareja, o cualquier pérdida que le haya marcado, puede seguir hablando de lo mismo, aunque hayan pasado muchos años, entonces se convierte en un problema. "Si el comportamiento incide en un deterioro familiar, social, laboral, o en cualquier área importante en la vida del individuo, necesitará ayuda profesional", remarcó Heredia. Por su parte, Soto explicó que en el adolescente o niños mayores, esta situación es sospechosa cuando va acompañado de ideaciones alejadas del contexto. "Se presenta en niños y adolescentes con trastornos del espectro autista, con transtorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad, y en los casos más graves, trastornos mentales de tipo psicótico", acotó.
Fases agudas. Algunas enfermedades mentales como las psicosis, la esquizofrenia y el trastorno bipolar se caracterizan por las alucinaciones auditivas. Los enfermos escuchan voces y contestan. Estas "voces" pueden transmitir ideas y pensamientos delirantes u órdenes absurdas o peligrosas.
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