Muchos famosos han confesado, desde Charlize Theron, Rihanna y Lady Gaga, entre otros, que en la etapa de la adolescencia no fueron tan populares como hubieran deseado, en sus respectivos colegios, y que incluso esto les afectaba porque fueron hasta blanco de burlas.
Y es que para los adolescentes la popularidad es una necesidad vital y los colegios son el campo de batalla en el que compiten o sufren por alcanzarla.
Encajar en el poder. "La popularidad entre los jóvenes significa poder", apunta el psicólogo Luis Rojas. "Cuando muchos quieren estar contigo y están pendientes de lo que haces, inmediatamente te conviertes en líder y no solo decides lo que es bueno para ti, sino lo que deben hacer los que están a tu alrededor. Incluso, a esa edad la popularidad suele darles más opciones con sus pares del sexo opuesto, quienes suelen decir que se sienten atraídos por el que destaca, por el carismático", dice el psicólogo.
También es importante resaltar que en la niñez los padres son su punto de referencia, pero en la pubertad los muchachos buscan otro espejo dónde mirarse, piensan según lo que les plantean los que son como ellos y por eso quieren ser admirados o aceptados por el grupo.
Las ventajas. De acuerdo al experto, aspirar a la popularidad tiene su lado positivo, pues contribuye a fortalecer ciertos rasgos de la personalidad. "Buscar ser aceptado o admirado por el grupo le da al muchacho confianza en sí mismo, fortalece su autoestima y mejora su capacidad de relacionarse con otros a partir del afecto, de intereses y valores compartidos. Incluso, lo prepara para afrontar relaciones más serias en el futuro, como las de pareja", destaca.
Sin sobrepasar límites. La alteración de la personalidad es uno de los riesgos que más preocupa a los psicólogos. "Ser popular es un problema cuando el muchacho intenta transformarse en una persona distinta, cuando transgrede normas o agrede a otros solo para ser bien visto", dice el especialista y agrega que en situaciones extremas algunos pueden caer en drogas o roban para obtener símbolos de estatus importantes en su mundo y en el caso de las mujeres puede recurrir a cambios bruscos en su cuerpo en el intento de alcanzar los patrones de belleza que les imponen sus pares. "Allí hay un problema de autoestima, porque cuando un adolescente busca la aceptación a costa de su propia personalidad, es obvio que no se respeta a sí mismo", advierte Rojas.
Imponer valores. El consejo de los especialistas apunta a reforzar la educación en valores recordando a los chicos que deben aceptar a los demás con sus diferencias y hay que decirles que son valiosos por lo que son y no por el grupo al que pertenezcan.
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