domingo, 4 de septiembre de 2011

Pasados los 40 ellas quieren sexo, ellos más caricias

A Blanca, ama de casa, lo que más le gusta en el mundo es el sexo con su pareja. "Me encanta su cuerpo, su olor, le sigo viendo atractivo después de 16 años en común, y consigue excitarme con una mirada. En mi caso, la experiencia sí es un grado. Me encanta comprarme ropa interior pensando en él y provocarle. Con el tiempo me he vuelto más desinhibida y tengo una vida sexual auténtica... Con el tiempo, también, todas mis fantasías han dejado de serlo y se han convertido en una realidad cotidiana, sencilla y poderosa. Mi marido suele decir que no resiste “dos asaltos”, pero me cuesta tan poco volver a ponerle en marcha, que casi lo tomo como un juego. Para mí el sexo es un terreno en el que me siento fuerte, segura y plena. Lo que no me gusta tanto es meter la ternura en la cama. Para eso hay otros momentos... El sexo es sexo", afirma categórica.

No opina de la misma forma Alfredo (nombre ficticio, como el del testimonio anterior), de 46 años y de profesión ingeniero. "Para mí, el sexo es

importante y le concedo valor en la relación de pareja. Me gusta que ella tome la iniciativa algunas veces, pues me hace pensar que para ella también es valorable. Además, así eleva mi autoestima. Creo que es una demostración de amor. Me gusta el sexo, pero valoro casi más las caricias y los abrazos de mi mujer. A veces necesito demostraciones extremas de ternura".

Y es que las cosas no siempre son lo que parecen. Porque ellas están más satisfechas con el sexo y ellos, con su felicidad en pareja. En contra de los viejos estereotipos, curiosamente, los abrazos, las caricias y los besos son ingredientes importantes para la complacencia de una relación estable, pero esta sensibilidad tiene más valor para los hombres que para las mujeres. Es más, los que reciben mimos son hasta tres veces más felices que los que tienen parejas más “secas”. En definitiva: las mujeres quieren sexo; ellos, arrumacos, al menos pasados los 40.

Datos curiosos y sorprendentes como éstos son los que se desprenden de un nuevo estudio internacional que analiza la relación marital y la satisfacción con el sexo en parejas con convivencias largas: una media de 25 años.

RESULTADOS REVELADORES

Julia Heiman, directora del Instituto Kinsey de Investigación en Sexo, Género y Reproducción de la Universidad de Indiana (EEUU), es la autora principal de la investigación.

Ella sostiene: "este trabajo plantea nuevas preguntas sobre qué hace a las personas estar satisfechas con su relación y el papel que juega el sexo. Nos dimos cuenta de que, contrariamente a lo que siempre hemos creído, ellos comunican sentirse más felices con su pareja si ésta es cariñosa mientras que ellas expresan estar más contentas con su vida sexual".

Javier Gómez-Zapiain, integrante del Departamento Personalidad, Evaluación y Tratamientos psicológicos de la Universidad del País Vasco y lidera la investigación de la interacción entre el deseo sexual y la vinculación afectiva en nuestro país, sostiene que Julia Heiman es una científica que goza de un gran reconocimiento internacional.

NECESIDADES BÁSICAS

Este experto sostiene que "para lograr el bienestar, todo ser humano necesita satisfacer sus necesidades más básicas. Sin duda la más importante es la seguridad que ofrece el vínculo afectivo. La persona con la que nos vinculamos cumple dos funciones respecto a uno mismo: ser una base de seguridad y un puerto de refugio en situaciones de precariedad emocional, física, psíquica...

A lo largo de la vida necesitamos gestionar adecuadamente las necesidades afectivas, sentirnos queridos y tener a quien querer y las necesidades eróticas, satisfacción de la necesidad de placer sexual. La importancia y la prioridad de estas necesidades cambian con la edad. En términos de supervivencia, es decir, de estabilidad emocional, en ocasiones, el deseo sexual se pone al servicio de otras necesidades, por ejemplo las eróticas, y viceversa".

Cree, por todo ello que "el estudio de Heiman subraya esta realidad. Las mujeres pueden sentirse muy satisfechas por el sexo, no tanto por el rendimiento sexual, como por la calidad de la experiencia emocional en torno a la actividad erótica.

Los hombres, por otro lado, podrían desmitificar el rendimiento sexual, haciendo de éste algo más realista y dotándole de un significado más próximo a las necesidades de seguridad emocional".



LOS MÁS SATISFECHOS

Otro dato llamativo del estudio presentado esta semana muestra que: "aquéllos que han tenido más parejas a lo largo de su vida son los que menos gozan de su vida erótica". A la luz también se exponen las diferencias entre países. Así, los varones japoneses y las mujeres niponas y brasileñas son los que más gozan del sexo.

"No sé por qué existen estas diferencias, pero ahora sí conocemos que

la complacencia con la vida sexual o con la vida en pareja son hasta cierto grado dos cosas independientes y con distinto impacto de género. Y los años de una relación son útiles como marco inicial para comenzar a examinar con mayor profundidad, cómo variables cómo el sexo y la convivencia interactúan en las distintas etapas de la vida", determina la investigadora Julia Heiman.

MITOS QUE CAEN

Ningún estudio "da una respuesta definitiva sobre las claves de la excitación y el deseo, pero está claro que hay mitos que van cayendo como el hecho de que los hombres sólo quieren sexo y las mujeres, únicamente amor. Una relación de larga duración no significa menos sexo y menos placentero", determina la psicóloga y sexóloga Rosario Castaño.

La investigación de Julia Heiman contribuye a aumentar también la evidencia científica de que la salud física y mental en los hombres y las mujeres de mediana edad marca la diferencia entre tener o no buen sexo.

Estar en buena forma eleva la funcionalidad y la frecuencia sexual. Los dos miembros necesitan de sexo habitual para manifestarse satisfechos. Ellos requieren, además, que sus parejas alcancen el orgasmo para sentirse bien en la cama".

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