“Entre mis muchas aficiones está el enseñar a niños de primaria inferior. Lo he hecho durante años hasta que me tocó jubilarme. Hace mucho que no tengo una actividad específica que ocupe mi tiempo. No salgo de casa y me siento inútil, aunque cuento con una pequeña renta que me ayuda a aportar en casa”, lamenta Efraín, un retirado maestro de 68 años.
Pero la vida de las personas jubiladas no termina ahí. Al contrario es el inicio de otra etapa, la de la libertad, donde puedes tomar tus propias decisiones, para tu propio beneficio. Ya cumpliste como padre y abuelo, ahora te toca gozar solo, o junto a tu pareja, si es que la tienes. “Puedes leer, pintar, viajar, reencontrarte contigo mismo, hacer nuevas amistades, aprender a tocar algún instrumento, aprender algún idioma u otra actividad acorde a tus preferencias”, recomienda la psicóloga Dolly Alurralde, coordinadora de la tercera edad en la Universidad Católica San Pablo.
Por ejemplo, en el caso de Efraín, puede seguir practicando su afición enseñando a sus nietos y lo menos que debe hacer es encerrarse en casa. “Por lo general, son los varones, más que las mujeres, quienes se deprimen cuando se jubilan y prefieren quedarse en casa para no salir y no avergonzarse cuando les pregunten dónde están trabajando”, comenta Alurralde.
El rol de la familia
El apoyo de la familia es vital para fortalecer y motivar a una persona para que cumpla los sueños pendientes. “Los hijos pueden averiguar actividades que les gustaría hacer a sus padres y darles datos concretos para que elijan si quieren iniciar una experiencia nueva”, sugiere Alurralde.
Para la psicóloga Mónica Soliz, la comunicación entre el adulto mayor y la familia con la que vive es esencial. “Una buena idea es animarlo a transmitir sus conocimientos por estudios y experiencia a grupos generacionales, club de jóvenes y hasta a los mismos sobrinos, nietos o cualquier persona joven que esté cerca de él, esto le ayudaría bastante a mantenerse ocupado”.
Como familia hay que hacerle entender que todos llegaremos en un momento al mismo lugar en el que él se encuentra y que si bien el aporte económico que da es más bajo que cuando estaba activo, no tiene importancia, porque ahora son los hijos los que deben ayudarle a cubrir sus necesidades y permitirle cumplir con sus sueños inconclusos.
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