domingo, 31 de julio de 2011

Cómo superar la crisis de mediana edad

¡Aparentemente todo va bien! Una vida profesional satisfactoria, una familia, cierta comodidad económica y, sin embargo, un peligro nos acecha. Con frecuencia, creemos que se trata de una crisis existencial, o de sentido; esta necesidad de replantearse todo surge cuando se acercan los cuarenta. Para comprender mejor y superar el tema se habla sobre este proceso con Lisbeth von Benedek, doctora en psicología y psicoanalista.

"Una crisis es un momento en el que todo lo que se daba por sentado se tambalea, nos desestabiliza profundamente el hecho de entrar en una nueva etapa del ciclo de la vida", asegura Lisbeth von Benedek, quien ha estudiado el tema con detalle.

UNA ETAPA NECESARIA

La aún llamada "crisis de la mediana edad" es ese momento incómodo que puede surgir entre los 35 y los 50 años. La especialista explica: "es un periodo de crecimiento y de transformación en el que entramos en contacto con el sentimiento de finitud". De pronto la persona se da cuenta de que no tiene un tiempo infinito. Esta toma de conciencia puede deberse a un cambio hormonal, un aniversario más doloroso que otro, a la enfermedad de alguien próximo… Esa campanita que resuena en el interior es, en la mayoría de los casos, el eco de un cambio externo: puede tratarse de la ida de los hijos, de un cambio profesional, e incluso de una ruptura. "Esta crisis nos afecta a todos, tanto a hombres como a mujeres", precisa Lisbeth von Benedek.

Sin embargo, cada uno la vive de forma distinta… Los y las que están muy involucrados en su vida profesional o dependen de los signos externos de éxito pueden experimentarlo de forma más severa que los demás.

SIGNOS QUE ENGAÑAN

Algunas personas simplemente dejan pasar "la tormenta" pero sin embargo, ciertos signos engañan, aun cuando la crisis se manifiesta de forma específica en cada individuo.

"Generalmente, empieza por un sentimiento de cansancio, de remordimiento, que puede llegar incluso a presentarse en forma de nostalgia", puntualiza von Benedek.

Se siente una pesadez en la vida profesional, las relaciones pueden estropearse… Como si el rol que se está asumiendo nos dejara de satisfacer.

En términos generales, durante la primera etapa de la vida simplemente cumplimos los roles profesionales, familiares y sociales asignados. ¡Qué debemos hacer! "En realidad, estos roles estaban eclipsando la verdadera conciencia de nuestros auténticos valores", explica Lisbeth.

La segunda parte de nuestra vida es más una iniciación a una realidad interior.

Asimismo, este viraje puede acompañarse de crisis de ansiedad e incluso de fases depresivas. La transformación no es anodina, de ahí las diferentes sacudidas que podemos percibir. “Se produce una reorganización sin que nos demos cuenta –normalmente– y esto requiere una nueva dinámica”, añade la psicoanalista. Para algunos, da lugar a una profunda reorientación de los objetivos.

COMPRENDERLA MEJOR

La vida está marcada por crisis que corresponden a los momentos en los que pasamos de una etapa de desarrollo a otra. Para comprender el tema, se debe enterrar la adolescencia y tener el valor de enfrentarse a las múltiples facetas que vivimos.

“Es una fase de cambio que consiste en plantar cara a dimensiones de nuestro ser que aún no hemos identificado”, recalca Lisbeth von Benedek.

La clave reside principalmente en autocuestionarse: “¿Qué tengo que hacer que aún no he hecho?”. Y también: “¿A qué he tenido que renunciar por dolor?”. Dialogar consigo mismo es imprescindible. Ya sea con un profesional o mostrándose auténtico.

Es decir, es momento de hacer un repaso de la vida personal: para ello se deben poner todas las cartas sobre la mesa y debemos estar abiertos a descubrir quiénes somos realmente y cambiar lo que se tiene que cambiar.

IMPLICARSE EN EL PROCESO

La personalidad es compleja. La crisis de la mediana edad los coloca frente a contradicciones internas. Se ha superado la primera parte del ciclo de vida buscando el reconocimiento de los más allegados y familiares. Y ahora es momento de empezar de nuevo: pero teniendo en cuenta que esta vez, ya no se trata de la imagen social, sino de una face muy profunda.

“¡Más que un simple cuestionamiento, la crisis de la mediana edad es una oportunidad de crecimiento que nos permite sacar partido de nuestro talento y de nuestras recién estrenadas competencias! finalizó Liabeth von Benedek.

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