"Para hacer reflexionar a una persona ansiosa de sus excesivas preocupaciones, hay que evitar discutir en caliente y cultivar una gran paciencia y tolerancia. Los esfuerzos son una inversión a largo plazo y no hay que esperar resultados inmediatos”, explica la psicoterapeuta transpersonal María Campos, experta en Programación Neurolingüistica (PNL).
La ansiedad, esa inquietante sensación de que una amenaza inminente se cierne sobre nuestra vida, o la tendencia a vivir por adelantado de forma emocional o mental un hecho o una situación de futuro, no sólo es una pesadilla para quien la padece sino que además puede afectar a quienes le rodean.
La mayoría de las veces ven la vida de color negro y esperan que les ocurra lo peor. Se hallan en un estado de alerta permanente ante una sensación de un peligro tan inminente como difuso. La tensión nerviosa crispa sus facciones, sus músculos, sus movimientos, que se vuelven rígidos. Devorados por la ansiedad, sienten que sobreviven en vez de vivir.
“Oliver siempre está obsesionado con la idea de la muerte. No puede dejar de pensar en ella. Es incapaz de disfrutar del momento y de todo lo que le ofrece la vida, ante la angustiante sensación de que pronto todo ello le será arrebatado. Y ello sucede sin que tenga la más mínima evidencia o indicio que sostenga su angustiosa preocupación. Ante la permanente angustia de Oliver, intento mantener el ánimo, pero muchas veces sucumbo ante su presión psicológica y emocional y me contagia su desosiego…”.
Quien habla no sufre ansiedad, pero convive diariamente con ella, es decir con una persona ansiosa, pagando un alto precio por ello. Raquel -al igual que muchas personas en su misma o parecida situación- se pregunta una y otra vez: ¿Cómo podría ayudarle sin que me afecten sus continuas inquietudes? ¿Qué puedo hacer para ayudarle a bajar sus niveles de ansiedad?
“La respuesta a estos interrogantes no suelen venir en los libros de autoayuda, destinados básicamente a quienes sufren la ansiedad en carne propia, aunque no a sus familiares, amigos o parejas y a quienes conviven con la persona ansiosa”, explica la psicoterapeuta transpersonal María Campos, experta en Programación Neurolingüistica (PNL).
“Para hacer reflexionar a una persona ansiosa respecto de sus excesivas preocupaciones, sufrimientos y alarmas hay que evitar en lo posible discutir en caliente y cultivar una gran paciencia y tolerancia. Los esfuerzos en este sentido son siempre una inversión a largo plazo y no hay que esperar resultados inmediatos”, señala María Campos.
“Además de darle tiempo a la persona ansiosa para que cambie, e incluso antes de plantearnos ayudarla”, -según la psicoterapeuta- “también es importante preguntarnos sobre nuestras propias motivaciones para ayudarla: ¿Queremos evitar que nos altere la vida e imponga hábitos que no deseamos? ¿Queremos evitar que siga sumergiéndose en un mar de inquietudes? ¿No queremos que esa persona se aleje y aísle?”.
“Nuestra motivación, ya sea egoísta, altruista o una combinación de ambas, es importante porque la otra persona la notará y ello influirá en el impacto de nuestra ayuda. Si partimos de la intención sincera de ayudar a la otra persona a que sea más feliz y sufra menos, tendremos más posibilidades de ayudarla que si le trasmitimos la sensación de que nos hace la vida imposible”, explica Campos.
“El diálogo sólo será de utilidad si la persona ansiosa se siente respetada y no es juzgada por nosotros”, explica la experta en PNL, que aconseja usar frases del siguiente estilo: “comprendo que tú veas las cosas de este modo, pero yo las percibo de forma diferente” o “tienes un problema por favor préstame atención”.
Comunicarse siempre desde el respeto
Según explica Campos, “las personas ansiosas suelen ser muy controladoras de su propia vida, entorno y relaciones porque no soportan la incertidumbre ni la improvisación. Para que reduzcan las actitudes de este tipo no basta con decírselo sino que hay que procurar que prueben nuevas formas de comportarse”.
“En lugar de invitar a una persona ansiosa a que confíe más en la vida en vez de intentar controlarlo todo, se le puede proponer que asuma el riesgo de renunciar un poco a sus hábitos y que haga pequeños ensayos como recibir a un grupo de amigos sin haber preparado la cena, salir de excursión un fin de semana sin reservar alojamiento o acudir a un encuentro social sin expectativas, abierto a lo que pueda suceder”, aconseja.
“Este tipo de experiencias, que permiten comprobar al ansioso que cuando relaja su control no ocurre nada catastrófico y puede sobrevivir a la improvisación, disfrutando de todo lo nuevo e imprevisto que llega a su vida, valen más que miles de palabras y consejos”, señala María Campos.
Según la experta, “Además de intentar ayudar a la persona ansiosa, lo cual es una practica bien intencionada pero tiene sus limitaciones, es importante procurar que recurra a las psicoterapias a cargo de un profesional”.
Según Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco y especialista en terapia conductista, “el objetivo terapéutico con los pacientes aquejados de ansiedad crónica no es la desaparición de la ansiedad, algo que incluso podría ser negativo ya que es un mecanismo de defensa y protege del peligro, sino su control”.
“Para tratar los casos de ansiedad, el conductismo y las técnicas cognitivas enseñan al paciente una serie de habilidades, desde la relajación, respiración y auto-instrucciones hasta la distracción y la exposición a las situaciones temidas”, de acuerdo a este experto que ha escrito diversos libros sobre trastornos de ansiedad (fobia social, ansiedad generalizada y estrés postraumático).
“El objetivo es que el ansioso se enfrente poco a poco a las situaciones que le causan angustia, hasta desterrar el miedo”, según Echeburúa.
Según el catedrático, “el psicoanálisis y las psicoterapias (de apoyo, de Jung, de Adler, psicodinámica) también se emplean para tratar estos trastornos, al igual que los métodos de autocontrol emocional (detención del pensamiento, rechazo de ideas irracionales, reducción del estrés).
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