jueves, 21 de julio de 2011

‘¿Cuál me pongo?’ la pregunta sin escapatoria

Cuando se ha hecho tarde, ella sale de su cuarto con un vestido corto con flores y uno largo azul en las manos. “¿Cuál me pongo?”, te sonríe. “No sé, el con flores”, le respondes rápido, para que se apure. “¡Cómo que no sabes! ¿Estás seguro?”, sentencia. “Sí, ése”, empiezas a sudar. A la hora, sale con el vestido azul. “Es una boda, una debe ir de largo”, se justifica. ¿Para qué te preguntó?

Pueden existir muchos motivos. “A veces le pregunto cuál me pongo como una forma más de coquetearle. Es para que me vea y opine sobre lo que me queda bien y lo que me queda mal”, revela Maya. “Otras veces le pregunto para que no me esté molestando con que si la falda está muy corta o el escote es muy amplio: mejor prevenir que lamentar la pelea poswhiskys. Ahora, si estamos de malas, me pongo sin preguntar el vestido más provocador que tenga para que todos me miren y así fregar al machito que todos los hombres albergan en sus corazones”.

Muchas veces, el vestido elegido por nosotros, simplemente no era una opción para ellas: sólo preguntaron para ganar tiempo y hacerse a las que se distrajeron buscando ropa. “Si elige el peor, le digo: ‘Mira, sería una barbaridad que yo sea la peor vestida o tal vez haya personas con lo mismo’. Lo convenzo y, como siempre, gano”, puntualiza Maya.

La verdad: nunca elijes
Ten muy claro que, en realidad, no vas a elegir. Máximo puedes objetar el largo de una falda o un escote, así que no te mortifiques. “Le pregunto para que participe en el proceso de arreglarme, no porque crea que realmente sabe de moda”, reflexiona Ariadne. “Lo hago también para que me imagine con esa ropa. A veces funciona como afrodisíaco”, se ríe.

“Yo directamente no le pido a él su opinión, pero si se manifiesta (aunque no se le pida) le hago caso nomás, porque si yo opino sobre algo y no me hace caso, ¡me enojo!”, confiesa Clara. Esto implica que, aunque no nos tomen en cuenta, jamás debemos responder con desgano. Nuestra respuesta debe parecer fruto de una profunda reflexión. “Prefiero quedarme pensando ‘pobre, no sabe nada de moda’ a ‘¡este desgraciado ni se ha fijado!’”, plantea Carola.

Por suerte, no faltará la chica romántica: “Cuando estoy indecisa entre dos opciones, le digo a mi Rodrigo que me ayude a escoger con los ojos cerrados, como quien tira una moneda a la suerte. Si escoge el peor, pues ya ni modo”, concede Elena.

El bronceado
No pases calores cuando vayas a la piscina o a la playa. Un par de días antes, pasa por una ducha solar o aplica cuidadosamente un autobronceador de efecto natural. Mantén el color humectando constantemente tu piel con una crema suave.

Cabello graso
El cuero cabelludo masculino y el femenino son diferentes. El nuestro es más grueso y tiende más a la calvicie. Si es graso, el cabello se llenará de aceites con mucha más fácilidad por lo que se recomienda lavarlo diariamente con un champú suave.

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