El arte de la cocina no es patrimonio de ningún sexo. Atrás quedó el anticuado pensamiento de los abuelos que decía que una mujer estaba lista para casarse cuando sazonaba bien. Hoy hay hombres que son excelentes chefs empíricos y féminas que no saben hervir el agua. Ambos son felices.
Sin embargo, como aún quedan resabios de esta forma sexista de pensar, muchas mujeres todavía creen que cocinar es menester para una relación de pareja, por mucho que lo suyo no sean los condimentos, sino más bien la filosofía, la danza, las finanzas o las ciencias aplicadas.
“Siempre he creído que una cena romántica hecha con tus propias manos asegura el éxito de una relación”, asegura Fernanda. “Por desgracia, realmente odio cocinar, así que la vez que lo hago es por pura supervivencia. Y si he decidido cocinar mi especialidad para mi novio, lo peor que podría pasar es que me haga gestos. Para mí es realmente un esfuerzo y siempre termino de mal humor”, agrega ella.
Opciones a la carta
Si tú eres de los hombres a los que les gusta cocinar y sabe del asunto, es muy importante que se lo digas ni bien empiezan a salir. Es más, una mujer siempre apreciará que un hombre la invite a su casa a comer algo hecho por él; es prácticamente una señal de compromiso.
“Salía con un chico que trabaja en un banco. Yo no sabía que él había hecho cursos de cocina. Un día le invité a cenar; le preparé unos tallarines que, según yo, me salen bien. Él me dijo que estaba todo muy rico, aunque él hubiese dejado la pasta al dente, y que el queso parmesano que compré estaba muy seco. Luego me dio lecciones sobre qué partes del tomate debería utilizar... corté con el tipo porque era un pedante”.
Por ello, ten mucho cuidado con lo que le sugieres. Y si llegas cuando ella está cocinando, aunque no lo haga del todo bien, no te metas en su cocina al menos que te pida ayuda. No habrá nada que la moleste más que le des sugerencias en el que se supone que es su territorio, aunque sea la primera vez que entra allí.
Si ya viven juntos, ella se ha autoasignado el rol de cocinera y es pésima, trata de hacerte cargo tú, alegando que amas cocinar. Si eres otro cero a la izquierda, enfatiza en que no la quieres ver esclavizada entre las ollas y que va a ser lindo conocer distintos lugares para comer juntos.
“Mi chico al fin me dijo que cocinaba mal cuando hizo mercado y compró hamburguesas, puré de papa y fideos instantáneos. Ahora lo asumimos mejor”, cuenta Daniela.
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