Como suele ocurrir, medimos todo en función de los resultados. Por el solo hecho de haber llegado a la meta creemos haber "cumplido con el objetivo". Ahora. ¿cómo llegamos?, ¿qué conseguimos?, ¿cuánto disfrutamos?... Esto que podría ser la introducción de un ensayo sobre la vida del hombre de hoy, exitista y urgido por las exigencias y el tiempo, bien podría ser el punto de partida para entender qué pasa con el varón y sus orgasmos.
Según Masters y Johnson, el matrimonio que revolucionó al mundo con el estudio de la conducta sexual humana, hombres y mujeres transitamos por cuatro fases en la respuesta sexual: excitación, meseta, orgasmo y culminación. Si bien, tanto para el hombre como para la mujer, "el orgasmo es la respuesta sexual esperable", ambos géneros lo viven acorde a su anatomía y posibilidades.
Todos sabemos que cientos de factores (biológicos, psíquicos y culturales) influyen en cada una de las etapas que proponen los expertos. Ironías mediante, podríamos graficar la ruta al orgasmo como el "Gran Juego de la Oca". Todos queremos llegar, pero, en el camino, podemos perder turnos, ir sorpresivamente para atrás, avanzar o perder el turno en un abrir y cerrar de ojos.
Para hablar de lo que le pasa al hombre se debe empezar por derrumbar ciertos mitos o re-significar creencias tales como que el hombre tiene la capacidad de llegar más rápido a la culminación del ciclo, que el orgasmo y el semen son parte del mismo o que uno necesita indefectiblemente del otro, etc.
Para ser coherentes con lo que sugerimos desde un comienzo, acorde a lo que proponen los especialistas, todo depende de los niveles de entrega y excitación. Llegar al orgasmo, implica, por un lado, entender de estímulos y, por el otro, conocer cómo funciona el cuerpo del hombre a lo largo del camino rumbo al máximo esplendor.
Así como la mujer se enciende con el "tacto", el hombre necesita de estímulos visuales. Quien quiera excitar a un varón debe saber que, en un principio, "todo entra por los ojos". El estímulo será quien le indique al cerebro que es hora de inducir al apetito sexual. La clave es que la estimulación sea continua y progresiva. Después de lo visual entran a jugar el tacto y otros sentidos. Todo depende del grado de fantasías y de los juegos.
Si bien se cree que "el hombre siempre tiene ganas", a veces no todo es lo que parece. Es bueno saber que no siempre resultan las fórmulas magistrales. Cualquier factor por demás estresante, así como estados de ánimo que oscilen entre la depresión y la ansiedad, no activarán las ganas de "jugar". Y esto va más allá de cualquier posible trastorno sexual. Mientras que pensemos en el sexo mecánico y automático, es probable que no estemos perdiendo algo de los beneficios y encantos del orgasmo.
No sólo es cantidad sino calidad. Debemos entender que, si bien suelen ir de la mano, no siempre la eyaculación está relacionada con el orgasmo.
¿Muchos orgasmos?
El orgasmo, así como la eyaculación, tienen distintos niveles de intensidad. Durante el clímax o fase culminante el cuerpo libera la tensión acumulada durante la fase de excitación y meseta. En ese instante, aumenta la frecuencia cardíaca y respiratoria; se altera la presión arterial, se sucede un cosquilleo general y contracciones en la uretra y el pene (así como ocurre en el útero y la zona del perineo, en las mujeres). Muchos hombres hablan de una "pérdida de conciencia" o de control en esos 10 segundos promedio que suele durar el máximo placer.
¿Se puede ser un hombre multiorgásmico? Para serlo, debería poder sostenerse la erección luego de eyacular. Tarea difícil de alcanzar, debido a que a los pocos segundos de alcanzado el orgasmo, el miembro suele perder rigidez. La erección permanecerá por más tiempo después de la eyaculación, mientras más tiempo dure la excitación. Todo vuelve a empezar cuando se reinicia el ciclo: excitación, meseta, orgasmo, culminación.
En cada hombre existe la posibilidad de explorar el tipo e intensidad de orgasmos que quiera tener. Como siempre, para información más precisa, la consulta al profesional.
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