Una mujer que revuelve los papeles y bolsillos de su marido; un hombre que no quiere que su pareja use la falda tan corta o una chica que se irrita porque su novio mira a otra mujer en la calle. En fin, las situaciones son muchas y todas perfectamente reconocibles, los celos, porque quien más, quien menos, todos alguna vez lo han sentido.
"Los celos en pequeñas dosis son saludables e incluso pueden calificarse de románticos, pero cuando son excesivos pueden resultar enfermizos y llegar a causar irremediable dolor", señala la psicóloga Isabel Roca.
MÁS QUE TODO INSEGURIDAD. La inseguridad juega un rol decisivo en el celoso o la celosa, dado que constantemente existe el miedo de que la pareja se sienta atraída por alguien que pueda ser mejor que uno.
En muchos casos, la persona celosa actúa impulsivamente, de forma inadecuada con la pareja, y una vez que se ha dado cuenta del error que ha cometido se arrepiente y se disculpa. No obstante, el tiempo va pasando y el error se vuelve a cometer, lo que sin duda llega a deteriorar una relación.
MALES EVIDENTES. Los celos excesivos pueden llegar a provocar estrés de tal forma que repercuten en problemas digestivos, de insomnio, malestar general, dolores de cabeza y hasta cardíacos.
"Mentalmente pueden afectar tanto que muchas personas han llegado a la obsesión, la violencia, los asesinatos o el suicidio", dice el experto. Por otro lado, socialmente generan situaciones muy desgastantes que dañan severamente todo tipo de relación en los grupos de amigos, familias o trabajo.
ENFRENTARLOS. Cuando los celos son simplemente pequeñas dosis de amor hacia la persona querida uno no debe preocuparse para nada de esta actitud, ya que es de lo más habitual e incluso enriquecedor en una relación, pero cuando se convierten en algo obsesivo lo mejor es acudir a un especialista que le ayude a combatir esta problemática. Sin duda, la sinceridad es otro de los puntos clave en los celos, ya que una explicación a tiempo, aunque le resulte difícil, puede evitar que la pareja se rompa definitivamente. Los problemas deben hablarse abiertamente, así como cualquier duda o sospecha que se tenga sobre la otra persona, antes que crearse unas ideas inamovibles sin tener motivos para ello.
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