sábado, 10 de noviembre de 2012

La manía de querer cambiar al otro

Un chiste dice que las mujeres nos enamoramos del "Che" Guevara y, luego, queremos quitarle la barba, señala un artículo en la revista Buena Salud. Pero, ¿por qué tenemos esa (mala) costumbre de querer cambiar al otro? Causas y consecuencias de lo primero que se nos ocurre hacer cuando comenzamos a ver los “defectos” de nuestra pareja.

Los terapeutas de pareja suelen decir que la gente se separa por lo mismo que se enamora. Pero seguramente, cuando lo hizo de su media naranja no era tan diferente a como es ahora, lo único que ha cambiado es la forma de mirarle. Antes estaba idealizada por esa persona, ahora se ha convertido en un ser humano.

Intentar el cambio. Con frecuencia, escondemos este deseo bajo la excusa de que se quiere ayudar al otro. Pero, en realidad, lo hacemos también por nosotros. Nos molesta que haya aspectos de su vida que no controlamos, dice un artículo en siglo21.com.

Existen varias razones por las que se quiere cambiar a la pareja: si una persona se ha sentido demasiado dominada o poco valorada durante su infancia, puede intentar reparar ese daño siendo ahora el elemento dominante de una relación. Otro aspecto también puede darse si en la infancia la han exigido mucho, puede convertirse en una persona demasiado exigente.

La individualidad es necesaria. La individualidad es un punto, como muchos otros, que no hay que dejar de lado si se quiere tener una relación sana y duradera, dice el consejo de los especialistas. Es necesario compartir un tiempo en común con la pareja, pero también un tiempo en donde cada uno tenga su propio espacio. No es bueno conformar una simbiosis, donde la existencia de uno dependa de la existencia del otro, porque esto, con el tiempo, lleva al aburrimiento y a la búsqueda de algo diferente.

La base de la relación. La comunicación es uno de los pilares fundamentales dentro de una pareja, así como lo son el amor y el respeto. Es aconsejable aceptar al otro tal cual es y fomentar una buena relación, alimentando nuestro yo y nuestra autoestima. Es importante aprender a pensar (en vez de reaccionar) en los momentos intensos, a observar nuestra responsabilidad, sobre todo si es una conducta que se repite en todas las relaciones.

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