Al principio me gustaba que mi novio se preocupara por mí, me llamara por teléfono, enviara mensajes al móvil y estuviera pendiente de mi. Me gustaba que tomara la iniciativa para comunicarse. Pero su deseo de conocer mis movimientos se tornó obsesivo y su interés se convirtió en control. Él necesitaba saber todo para dominar la relación, hasta que terminó asfixiándola".
El testimonio de María, una farmacéutica de 39 años de edad, refleja la tensa y a la larga insostenible relación con una pareja controladora. De hecho, su relación se rompió poco después.
Según algunos expertos, el intento de control abusivo de otra persona es un comportamiento enfermizo, hijo de los celos enfermizos y la inseguridad psicológica, que a menudo comienza por el intento de controlar la forma de vestir del otro y termina con el intento de dirigir todo lo que piensa, dice, siente y hace.
EL RIESGO. Las jóvenes cuyas parejas intentan controlarlas corren un mayor riesgo de padecer abusos como la violencia doméstica física y sexual, de acuerdo a un estudio de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en Nueva York (EE.UU.).
El 68 por ciento de las más de 600 mujeres de 15 a 24 años que participaron en la investigación, manifestaron que sus respectivas parejas habían evidenciado una conducta controladora. A su vez el 11 por ciento de esas mujeres señaló que había sufrido una conducta controladora más de abuso físico, el 10 por ciento sufrió conducta controladora y violencia sexual, y casi el 9 por ciento había padecido todas las formas de violencia de pareja.
Entre los comportamientos controladores denunciados por las jóvenes figuran que su pareja esperara que le pidieran permiso antes de buscar atención de salud, le exigiera que el contacto con su familia fuera restringido, la ignorara o tratara de forma indiferente o le impidiera que estuviera en contacto con sus amistades.
DETRÁS DEL CONTROL. Según la Universidad de Columbia, las mujeres más propensas a ser víctimas de conductas controladoras tenían de 15 a 18 años, eran hispanas, habían estado expuestas a la violencia doméstica en la infancia, habían estado embarazadas al menos una vez, habían sufrido recientemente violencia física o sexual y se sentían incómodas al pedir a su pareja que use condón.
De acuerdo a otro estudio de la Universidad del País Vasco (UPV), las personas inseguras, con tendencia a la ansiedad o a evitar ciertas personas o situaciones (‘evitativas’) y al cuidado compulsivo o controlador, viven el deseo sexual de manera más conflictiva y están más insatisfechas en su relación de pareja.
“Comprobamos que las personas inseguras, es decir ansioso-ambivalentes, tienden a cuidar compulsivamente a sus parejas, mientras que las personas ‘evitativas’ tienden a cuidar controladoramente y a mostrar mayor conflicto con el deseo”, ha explicado Javier Gómez Zapiain, profesor de psicología de la sexualidad en la UPV y autor principal del estudio.
El equipo de Gómez Zapiain analizó el nivel de conflicto con el deseo erótico, el grado de satisfacción con la vida sexual y otras variables relacionadas con el comportamiento sexual y de cuidado, en 116 mujeres y 95 varones, en entre los 20 y los 65 años de edad y con parejas estables.
AFERRARSE. En base a las repuestas que estas personas dieron a una serie de cuestionarios, descubrieron que las personas ansiosas reaccionan aferrándose al otro y cuidando compulsivamente, y las ‘evitativas’ reaccionan evitando el vínculo, piensan que ‘más vale no tener, que tener y perder’ y “son las que tienen más dificultades en la intimidad ”, según el psicólogo e investigador.
“Quienes buscan asumir el control del otro, están más preocupados por tener poder en la relación o por protegerse del daño que podrían hacerles, que por amar realmente a su pareja. El individuo controlador cree que es dueño de la otra persona y considera que no tiene derecho a tener nada suyo ni privado”, señala la psicoterapeuta y ‘coach’ María Campos Oliva.
Para Campos, “aquel que desea controlar al otro, anhela tener un poder absoluto sobre su pareja, cree que tiene derecho a saber todo sobre el otro, a quien considera como una posesión suya y no una persona independiente y con existencia propia. El controlador busca saber todo de su pareja, y manipularla a su antojo para satisfacer sus propias necesidades y atenuar sus ansiedades y temores ante una posible pérdida”.
“Una señal de alarma frecuente, pero que al principio no despierta preocupación, es el interés por controlar la forma de vestir del otro. Después, el intento de control se va ampliando hasta intentar controlar los movimientos, sentimientos e incluso los pensamientos y deseos de la pareja”, afirma la experta.
Según Campos, “el control se manifiesta en tratar de controlar horarios, amistades, llamadas telefónicas, contactos por correo electrónico, opiniones sobre distintos temas”.
“Una actitud controladora suele augurar el fracaso de la pareja, porque supone una limitación en la individualidad del otro, y refleja una gran inseguridad psicológica y emocional que va distorsionando y erosionando la relación, ya que el controlador teme ser engañado y en el fondo no se cree lo bastante capacitado para mantener el interés del otro”, explica María Campos.
OJO CON LOS SÍNTOMAS
Familia y amigos
¿Estás disfrutando de elevada estima de tus amigos y familia o se ponen a mirar hacia otro lado? Tus relaciones familiares se vuelven tensas de repente, cada vez que se nombra a tu pareja? Si bien es cierto que las relaciones estresantes con otros no son un signo seguro de un romance desgraciado, se te deberían encender la alerta roja, si cada uno de los que te quieren está preocupado o está siendo alejado de ti.
El ombligo del mundo
Fíjate si tus planes están continuamente cambiando en favor de ella. Por ejemplo, vas al cine pensando que vas a ver "Django" de Tarantino. Pero en el momento en que estás comprando las entradas o las pipocas y refrescos ella te dice que van a entrar a ver una comedia romántica. Recuerda que manipular es cuando tu pareja te obliga a hacer algo que realmente tú no deseas hacer.
El tiempo
Fíjate si está estableciendo un sutil control del tiempo. El control sobre las personas no sucede obviamente de repente o durante el transcurso de una noche. Las personas controladoras y manipuladoras suelen ser muy inseguras. Por eso sienten la necesidad de controlar a otros, simplemente no confían en nadie, sino en ellos mismos. Ellos invertirán semanas o meses entrenándose para que tú aceptes o cumplas su voluntad.
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