sábado, 16 de marzo de 2013

Sobrevivir a la paternidad

ETAPA 1: El estreno

¿Te estás estrenando como papá?, pues comienza a despedirte de tus acostumbradas horas de sueño. Cuando nace un hijo, todo gira en torno a él, por supuesto, se debe entender que el nuevo miembro de la familia no puede hacer mucho por sí mismo, salvo llorar y llorar. Aquí unos consejos según Don Juan.

1. Conviértete en un sargento y cierra filas en la puerta de tu casa. No dejes pasar a más personas de las necesarias, es decir tu mamá y tu suegra. Piensa que tu esposa está agotada, tú estás agotado, el bebé no deja de llorar.

2. Tu esposa compró todo lo necesario, pero... ¿estás seguro de que sabe manejar todos los aparatos nuevos que se encuentran en la cocina? El más importante es el esterilizador de mamaderas: nadie quiere que el bebé se trague los microbios que flotan en el ambiente.

3. La piel del bebé es muy delicada, los primeros 40 días es mejor tener botellas y botellas de antibacteriales completamente a la vista. Tampoco se trata de tener al bebé en una burbuja, pero es mejor dejar que sus defensas se desarrollen.

4. Supera el asco. Los pañales y los pañitos se van a convertir en las principales herramientas de los próximos dos años de su vida, ¿tienes sobrinos? Antes de que tu hijo nazca, trata de practicar: no es tan fácil cambiar un pañal.

5. Presta mucha atención: tu esposa tiene las hormonas alborotadas y está especialmente adolorida y sensible. Colabora, no seas machista, es tu hijo. Ayuda con todo el trabajo que se necesite, entre dos hay más alivio.

ETAPA 2: La adolescencia

Has disfrutado mucho la niñez de tus hijos, les has enseñado a manejar bicicleta, cada que llegabas del trabajo te recibían con una gran dosis de abrazos y cariño, curaste sus heridas, respondiste sus preguntas, has sido el centro de su universo… pero tus hijos han llegado a la adolescencia y la luna de miel se acabó… Ahora parece que te detestan, no te soportan ni te escuchan ¿Qué haces?

1. Evita enfrentar y gritarle a tu hijo cuando está enojado. Si evitas echar más leña al fuego, tu hijo tendrá la oportunidad de ventilar su enojo y discutir la situación calmadamente más adelante. La frustración de la falta de entendimiento solamente empeorará las cosas y quizás se intercambien palabras de las que luego se arrepentirán.

2. No le pegues, bajo ninguna circunstancia. Ante una falta enorme de respeto o consideración, algunos padres pierden el control y llegan al plano físico y ésa es una enseñanza terrible. Evita hacerlo, no importa lo que hayas escuchado de otros padres o de la forma en que te criaron a ti. El golpe físico solamente le enseña al hijo que los problemas se resuelven con violencia.

3. Si es necesario, retírate hasta que recuperes el control. La ira es una emoción poderosa y se contagia rápidamente. Si la discusión y los reclamos de tu hijo llegan en un mal momento y te sientes a punto de perder el control, decídete por una retirada a tiempo: sal a caminar, enciérrate en tu habitación, respira profundamente, cualquier cosa que te devuelva la ecuanimidad.

4. Refuerza la importancia de mantener el respeto mutuo. En esto tienes que predicar con el ejemplo. No es un signo de debilidad decirle a un hijo: “Estoy tan enojado ahora que no puedo hablar contigo”, o “Necesito dar una vuelta. Hablamos cuando me calme y te calmes tú también”. Al contrario, hace falta mucha fuerza interior para dominar los impulsos, especialmente la ira.

5. Busca ayuda si tu hijo se muestra muy agresivo. Si el enojo del adolescente puede ponerlo en peligro a él o a los demás, no pierdas tiempo y busca ayuda profesional. Es necesario que un(a) terapista o un psicólogo(a) entrenado(a), descubra por qué está actuando de esa manera y le enseñe tácticas para manejar sus frustraciones.

ETAPA 3: Cuando se van

La independencia de los hijos debe marcar el momento de tu propia independencia como papá. Los jóvenes bolivianos tienden a permanecer más tiempo en los hogares con mayores recursos económicos. Tener recursos propios derivados de la inserción laboral, es el principal impulso que alienta a los hijos a partir o casarse, según datos de la Escuela para Padres.

1. Sea cual sea la circunstancia, cuando los hijos se van se abre una posibilidad inesperada para los padres, quienes podrán hacer un nuevo proyecto de vida centrado en sí mismos, que responda a sus prioridades y retomando aquello que se había dejado de lado en el camino.

2. La percepción que los jóvenes tienen sobre la relación con sus padres difiere a lo largo del curso de la vida. Los hijos que viven con sus padres tienden a manifestar mayores grados de conflicto y estrés en sus relaciones por el desgaste cotidiano, en cambio, la distancia proporciona una percepción más relajada en torno al ambiente familiar.

3. Mientras que en los países de Europa Occidental y Norteamérica la falta de empleo retrasa la salida de los jóvenes del hogar paterno, en Latinoamérica, muchos de los adultos jóvenes inician su transición a la vida laboral para contribuir a la economía familiar, lo que puede aplazar su salida el hogar.

4. Por otra parte, la incorporación al mercado laboral marca la transición de la juventud a la edad adulta de las generaciones recientes de latinos, mientras que en Europa o América del Norte, los jóvenes lo hacen para lograr su independencia. Las llamadas transiciones familiares: salir del hogar paterno, casarse o unirse, o tener un hijo, ocurren la mayoría de las veces después del inicio de la vida laboral.

5. Es muy importante entender que los hijos no se van de casa por falta de amor, es simplemente una etapa más de la vida y se debe aceptar y disfrutar. No es recomendable inmiscuirse demasiado en su vida adulta o de pareja. Cuidado con el síndrome de “nido vacío”, más bien hay que sentirse orgullo de haber criado bien a un hijo que ahora se vale por sí mismo.

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