Si tu niño levanta las manos y los pies en momentos inapropiados, corre o sube a cualquier sitio cuando no debe hacerlo o le cuesta jugar tranquilamente, entonces debes llevarlo a un pediatra para que evalúe su comportamiento, y si el problema persiste es posible que necesite un neurólogo para ver si se trata de alguna afección a nivel cerebral.
El psicólogo Carlos Velásquez señala que este tipo de actitud también puede deberse a depresión infantil o carencia de reconocimiento por parte del entorno familiar o social.
“Lo importante es descartar algún daño fisiológico cerebral. Luego habrá que ver si está asociado a algún conflicto de orden psicológico”, explica el experto.
En caso de que el problema tenga que ver con el cerebro, de seguro que el especialista determinará seguir algún tratamiento con medicamentos y si resulta que el problema está más asociado al ámbito psicológico, el profesional tendrá que llegar al origen y la familia tendrá que trabajar para que el niño mejore.
“Puede tratarse de una carencia de atención o una gran depresión infantil, para esto la familia debe mejorar los vínculos”, dice.Como padre, es necesario que entiendas que tu pequeño no actúa así (hiperactivamente) sólo porque quiere. Lo que debes tener en cuenta es que está pasando algo en su eje central y esto lo hace diferente al resto de los niños, por tanto necesita ayuda inmediatamente.
La psicóloga Mónica Soliz, señala que la hiperactividad se comienza a notar desde que los niños pueden moverse solos. “vale decir que desde sus dos o tres años empiezan a agarrar todo lo que ven, a tirarlo al piso o metérselo en la boca, a correr, trepar, saltar o simplemente moverse más de lo normal”.
Los niños hiperactivos se caracterizan primordialmente, porque desde muy pequeños no se hallan quietos y son incapaces de estar atentos a un juego o a una actividad durante un tiempo razonable.
La página sauce.pntic.mec.es, describe que los niños hiperactivos, a menudo también sufren problemas de ansiedad y estrés; les sudan las manos y otras partes del cuerpo, se muerden las uñas, tienen pesadillas durante el sueño y, a veces, tienen tics en el período escolar.
Velásquez habla también de aquellos niños que, pese a tratamientos, continúan así en el transcurso de su adolescencia. “Es más visible a esta edad porque son los mismos compañeros los que les llaman la atención ante la molestia que causan. No se quedan quietos se mueven permanentemente y no respetan órdenes”.
Soliz agrega que con el pasar de los años es posible que esto cambie y mejore, —claro— si se trata de algo psicológico. “Todo dependerá de que la familia ponga de su parte para ayudar al pequeño. Muchas veces son ellos mismos los que se dan cuenta y suelen cambiar por voluntad propia”.
Habla con él
Si tu hijo no mide nunca el peligro, ni aprende de sus caídas y últimamente la situación se ha puesto complicada en el colegio porque no rinde bien y las quejas llegan a diario en la agenda, conversa con él para ver qué pasa y ayúdalo a mejorar.Dale atenciónUnos minutos de atención todos los días harán que tu hijo se sienta mejor. Es muy sencillo y bonito compartir con él y hacerlo sentir bien. Muchas veces hacen cosas inconscientemente sólo para llamar tu atención y decirte a gritos, “¡aquí estoy!”. Es tu deber de padre ayudarlo a crecer bien.
Síntomas
Si habla en exceso o contesta antes de que le termines de preguntar o le cuesta mucho esperar su turno, son algunas señales que debes tomar en cuenta para hacerle una evaluación
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