Algo típico de la infancia o adolescencia (e incluso adultez) es que algún compañero, pariente o amigo le ponga un sobrenombre; para algunos es inofensivo, porque resalta algo positivo de su ser. Sin embargo ¿Qué sucede cuando este se transforma en un rótulo, que les puede causar daño?
En la etapa escolar es cuando aumentan los apodos que generalmente se relacionan con alguna característica física, como ser el más gordito, el más bajo o tener las orejas grandes entre otros, señala la psicóloga Marie Durán. No obstante, "En los apodos no hay reglas universales", agrega ya que para algunas, ser tildada de “flacuchenta” puede ser simpático, mientras que para otra, puede significar una baja en la autoestima o incluso situaciones más serias".
Casi similar al bullying. A su vez el psicólogo Óscar Urzagasti agrega que los apodos están relacionados al bullying en la escuela". Resulta perjudicial ponérselos a los chicos, peor si estos son peyorativos alusivos a algún defecto personal del cuerpo. En los adolescentes o niños le afecta a la autoestIma o autoimagen", dice.
Arma de doble filo. La palabra, así como es capaz de fortalecer y ayudar, también puede lastimar y destruir cuando se usa inadecuadamente, advierte Durán, ya que debido al momento evolutivo que atraviesan los niños, son más vulnerables a los efectos de las sentencias que se dan a través de ellas. "Ser estigmatizado afecta al niño, y se produce una especie de miopía de recursos, pierde la confianza en poder ser o actuar de otra manera. Y es así que el rótulo que recibe los va integrando a su imagen personal y actuando en consecuencia", añade.
Actuar a tiempo. Durán sostiene que cuando los padres o educadores sientan que el niño está sufriendo por sobrenombres de sus pares, pidan lo antes posible ayuda profesional. "Es frecuente que el niño, sienta que es inferior y comience con cambios de conducta, como estar más irritable, retraído o depresivo. Lo ideal en estos casos es evaluar cuál sería el complejo y consultar con un especialista".
También frente a esta situación, Urzagasti sugiere a los padres no minimizar el hecho, más al contrario, hay que buscar cómo realmente le afecta al joven "Mientras que los adolescentes deben buscar ayuda, denunciando este maltrato".
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