La manera como cada niño haya vivido los límites, las frustraciones, las relaciones con los demás, marcará considerablemente la forma en cómo irrumpen los cambios de la pubertad y la búsqueda permanente de aceptación.
Según la psicóloga María Moreira Ferrufino, algunos padres no logran distinguir el inicio de la pubertad con la etapa de latencia o tranquilidad.
“Después de tanta travesura e inquietud, de pronto el niño se calma, se encierra y empieza a cuestionar ciertas cosas”, precisa.
Para el psicólogo Enrique Berner, esta etapa es un proceso complejo que se inicia a los nueve años de edad y en el que los hijos pasan por grandes y numerosos duelos, por ejemplo: el abandono del cuerpo infantil, la pérdida de la imagen idealizada de los padres, cambios en la personalidad y el estilo personal, entre otros.
Pero es un tiempo de espera. El aparato psíquico y el cuerpo biológico se están preparando, existe una suerte de trabajo silencioso que no sólo no hace ruido sino que no se ve.
Nos dice la psicóloga Moreira que todavía se pueden incluir los nueve y diez años dentro del período de latencia, pero cualquiera de las manifestaciones mencionadas nos indicará que la pubertad se está haciendo presente.
“Podemos comparar al niño con un volcán dormido que erupcionará cualquier momento”, indica Berner en su libro, “Hijos adolescentes. El desafìo y la oportunidad de ayudarlos a crecer”.
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