La fiesta está en su punto alto hasta que ellas empiezan a cuchichear en la mesa y, de pronto, anuncian que irán juntas al tocador de damas. Tardan un buen rato —el lugar está lleno—, pero al regresar sus rostros revelan que algo, de lo que no nos hemos enterado, ha sucedido. ¿Por qué esa manía de ir siempre juntas al baño?
“No nos gusta ir solas todo ese trayecto —en un boliche, por ejemplo— porque puede que haya que caminar entre muchos chicos que te van a mirar. Como una siempre se hace a la linda cuando sale, aprovechamos para que nos miren. Cuando vamos solas nos sentimos más vulnerables; en cambio, acompañadas, vamos charlando entre las dos hechas a las opas y llamando más la atención”, describe Adelaida.
“Otro motivo es dar una vuelta y ver qué tal está el chequeo. Dentro del baño nos ponemos a conversar sobre algo íntimo que no queremos que sepa nadie más, por ahí que está el chico que te gusta o tu ex. Entonces, mis amigas me dirán si me veo nerviosa o no”, argumenta María Gracia. “Eso sí, cuando salgo con sólo una amiga, tengo que ir sola, porque una se tiene que quedar a cuidar los asientos”.
“Vamos juntas para chismear”, confiesa Carmen. “Quién está en el boliche, quién te estaba chequeando... todo es motivo de charla. Es importante ver si se te cayó algo, si ese algo está de sobra o para que te den una crítica, pero constructiva”.
“En el baño hay otras chicas frente al espejo y, como toda mujer, son envidiosas y mironas. Así que es mejor ir con tu amiga”, agrega Adelaida. “Cuando estamos con chicos no podemos decir todo lo que pensamos delante de ellos, así que vamos juntas al baño para hablar entre nosotras”.
“Se habrán dado cuenta que no tardamos mucho”, destaca Pamela. “Lo que pasa es que estamos muy bien entrenadas y mientras nos prestamos labial, nos secamos el pelo, chismeamos y nos vemos en el espejo, todo a la vez”.
“Yo odio ir con chicas al baño, prefiero ir sola y hacer mis cositas tranquila”, refuta Lourdes. “¿Por qué juntas? Pues, simplemente porque tenemos ganas de hacer pipí y, créanme, como la risa, es algo contagioso”, finaliza Graciela.
Técnicas
“Antes de chismear en el baño siempre revisamos que no haya moros en la costa. Vemos por debajo de las puertas para descubrir si hay alguien y, una vez confirmado que el campo está despejado, recién nos ponemos a hablar”, describe Narcisa.
Intrusas
“A veces, cuando llegas frente al espejo hay una tipa a la que no quieres incluir en la charla. La cosa entonces es ponerla incómoda entre todas, de tal forma de que termine pronto lo que está haciendo, se vaya y nos deje tranquilas”, dice Ana.
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