Gracias... una maravillosa palabra que utilizamos para expresar nuestra gratitud a alguien en especial. Pero, ¿no es cierto que en determinadas circunstancias esa expresión no puede abarcar el contexto total?
Es que hay instancias que son indefinibles, pero aunque no pueda expresarlo todo, la palabra gracias refleja mucho más que cualquier actitud, sobre todo cuando viene del corazón, de muy adentro, del sentimiento más hermoso y limpio y del pensamiento más sincero.
Gracias significa tanto para el que la da como para quien lo recibe…
Porque gracias significa que siempre tienes tiempo para demostrarme que soy importante para vos. Significa que gracias a tu atención y cariño, el día se convirtió en muy especial. Significa que me haces tan feliz y quisiera que sintieras lo mismo al decirte que te aprecio mucho.
Gracias significa que no tenías que hacer tanto por mí, pero te agradezco mucho que lo hicieras. También que vos has hecho por mi vida algo muy especial que nunca olvidaré.
Y así podríamos continuar eternamente, enumerando las virtudes de esta expresión, porque el contenido encierra un concepto divino.
Como dice la popular canción, Gracias a la vida... Así, de esa manera tenemos el deber de aprender a agradecer por todo lo que nos rodea, por nuestra propia existencia en cada amanecer.
En sus oraciones, Jesús, Dios y hombre, manifestó: Gracias padre...
¿Por qué, pues, no hacerlo nosotros, débiles humanos, tomando el ejemplo del hombre de Nazareth? ¿Por qué no manifestar gratitud cuando corresponde? ¿Por orgullo? ¿Por ignorancia? ¿Por qué?
Cualquiera que sea la situación, con seguridad que a partir de hoy ya no podrás eludir la responsabilidad de decirle a alguien: Gracias por tu amistad.
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